La pregunta que le hicieron a Neil Gaiman, de resumir la historia de Sandman en 25 palabras o menos no me gusta. Su respuesta fue "The Lord of Dreams learns that one must change or die, and makes his decision" ("El Señor de los Sueños aprende que debe cambiar o morir y toma una decisión") , y la pregunta no me gusta porque promete condensar y caracterizar toda una serie, y no es la pregunta adecuada para ello; se centra demasiado en el qué en detrimento del cómo. En un plano más analítico, me parece especialmente relevante el aspecto de exploración de escenarios fantásticos peculiares, ya sean historias individuales o tramas intrincadamente relacionadas. En esto, creo yo, radica gran parte de la gracia de esta saga.
El personaje principal, Sueño, tiene como "hermanos" a Destino, Muerte, Destrucción, Deseo, Desesperación y Delirio (que antes fue Deleite). En inglés, sus nombres son Dream, Death, Destruction, Desire, Despair y Delirium (que fue Delight), y el juego desafortunadamente se pierde con la traducción, pues quedaría un poco pillado por los pelos llamar a Muerte Defunción y a Sueño algo como Dormítico.
Estos personajes son los "eternos", que por un lado son la antropomorfización de un aspecto de la vida y por otro una perspectiva, una actitud, acerca del aspecto que personifican. Si muriesen, como la realidad que representan sigue existiendo, esta se personificaría en una nueva reencarnación, y la perspectiva de la manifestación anterior se perdería. Esto supone una curiosa inversión de la muerte humana, pues cuando morimos, c'est fini, pero todavía pueden quedar trazas de nuestra manera de ver las cosas.
Estos personajes son los "eternos", que por un lado son la antropomorfización de un aspecto de la vida y por otro una perspectiva, una actitud, acerca del aspecto que personifican. Si muriesen, como la realidad que representan sigue existiendo, esta se personificaría en una nueva reencarnación, y la perspectiva de la manifestación anterior se perdería. Esto supone una curiosa inversión de la muerte humana, pues cuando morimos, c'est fini, pero todavía pueden quedar trazas de nuestra manera de ver las cosas.
Retomando la idea de escenarios fantásticos peculiares, por ejemplo, Lucifer Morningstar (Lucero del Alba), ángel caído y señor del averno, protagoniza una historia sumamente interesante en la cual abandona el infierno y cede su llave a Sueño, que se entrevista con deidades de diversos panteones que codician la llave. Mientras tanto, los muertos regresan a la vida y Lucifer se relaja tocando el piano en la tierra. Al parecer, esta idea ha dado lugar a una serie de televisión que según tengo entendido es terrible. Otra subtrama fascinante es la reunión, cada cien años, entre Sueño y Hob Gadling, en la que se cuentan sus andanzas en la última centuria.
Otro aspecto en el que destaca es en la cuidadosa incorporación de temas sociales a la narración. Recientemente tuve la mala fortuna de asistir a una representación de la Jóven Compañía de la Ilíada y la Odisea en la que se oían horrores como "Y claro, a Casandra no la escuchaban porque era una mujer", y barbaridades semejantes que dejaban claro que el desarrollo narrativo de la obra estaba subordinado a la búsqueda de una solución social. Afortunadamente, en Sandman, los temas sociales son una solución narrativa, y no viceversa, y aunque la ideología de Gaiman se deja ver, no es estridente.
Podemos concretar lo anterior en lo que respecta a la psicopatía y a la transexualidad. En cuanto a la psicopatía, este tema es explorado mediante una interesante convención de asesinos, que permite a Gaiman esbozar los rasgos comunes y no comunes de diversos psicópatas y asesinos. El psicópata de Gaiman no es un ser que desde la oscuridad rezuma maldad de cartón piedra y que el autor puede invocar perezosamente. Al contrario, al ser caracterizado con más detalle el psicópata sigue siendo terrible, pero un terrible más afín a lo literario, y en este caso con un toque fantástico.
De igual manera, la transexualidad se trata desde una perspectiva narrativa mediante el carácter de Wanda. Wanda es uno de los numerosísimos personajes secundarios de la serie, pero aún así tiene cierta complejidad, y en general, por lo poco que he leído, ha sido en general recibida de forma dispar por los colectivos relevantes. Su subtrama no es moralizante y al igual que con la mayoría de los personajes, el autor no duda en putear a Wanda para generar tensión y desarrollar la acción, lo cual se agradece.
En cuanto a las características propias del medio, me han llamado la atención el uso de rectángulos para incorporar la voz de un narrador, la ocasional irreverencia ante los límites de la viñeta y el uso de diferentes tipografías y bocadillos para enfatizar la naturaleza divina, eterna o destructora de algunos personajes. Por ejemplo, letra blanca sobre fondo negro y una burbuja puntiaguda para Sueño:
Podemos concretar lo anterior en lo que respecta a la psicopatía y a la transexualidad. En cuanto a la psicopatía, este tema es explorado mediante una interesante convención de asesinos, que permite a Gaiman esbozar los rasgos comunes y no comunes de diversos psicópatas y asesinos. El psicópata de Gaiman no es un ser que desde la oscuridad rezuma maldad de cartón piedra y que el autor puede invocar perezosamente. Al contrario, al ser caracterizado con más detalle el psicópata sigue siendo terrible, pero un terrible más afín a lo literario, y en este caso con un toque fantástico.
De igual manera, la transexualidad se trata desde una perspectiva narrativa mediante el carácter de Wanda. Wanda es uno de los numerosísimos personajes secundarios de la serie, pero aún así tiene cierta complejidad, y en general, por lo poco que he leído, ha sido en general recibida de forma dispar por los colectivos relevantes. Su subtrama no es moralizante y al igual que con la mayoría de los personajes, el autor no duda en putear a Wanda para generar tensión y desarrollar la acción, lo cual se agradece.
Nótese la referencia aristotélica. No está sola, las referencias culturales y mitológicas son numerosísimas.
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