El caso es que en mi universidad nos mandaron leer el libro Freedom regained, sobre el libre albedrío, para discutirlo juntos el primer día. Y discutiendo esto con Nuño un día le pareció que el libro decía alguna cosa curiosa y me pidió que le hiciera una reseña (reseña que llega con algunas semanas de retraso). Y ahora que ya discutí el libro aquí en la universidad, pues ya puedo hacer aunque sea una pequeña reseña.
En el libro, Julian Baggini trata de defender el libre albedrío frente a las tendencias y descubrimientos modernos que lo ponen en peligro (como la genética, la neurociencia...), así como redefinirlo para lograr una nueva concepción del mismo que nos permita comprenderlo mejor y resolver problemas asociados a él, como la culpa, la responsabilidad, etc.
En los primeros capítulos, el autor hace un gran trabajo refutando muchas ideas erróneas comunes que se tienen sobre el libre albedrío, como por ejemplo que implica un proceso consciente y racional. De entre todas esas disquisiciones, la más relevante e interesante es sin duda la parte en la que refuta la idea de que el libre albedrío implica “poder haberlo hecho de otra manera”.
Baggini expone que esto es falso y una estupidez. Si tu pareja te propone matrimonio, tu responderás sí o no en función de una serie de cosas: tu posición sobre el matrimonio, el tiempo que llevas con esa persona, si lo/la quieres, etc. “Poder haber hecho otra cosa” habría supuesto traicionarte a ti y a todo lo que quieres, además de que dadas esas mismas condiciones y ese mismo conjunto de valores habrías actuado de la misma manera.
El mejor ejemplo de esto, que lamentablemente aparece mucho más tarde en el libro y que habría sido mucho más efectivo aquí, es los llamados “casos Frankfurt” por su desarrollador, Harry G. Frankfurt. Todos estos son casos en los cuales tomas una decisión libre pero obligada. ¿Cómo puede ser eso? Pongamos que la NSA y la CIA se han dado cuenta de que una victoria de Trump sería catastrófica para EEUU, así que deciden llevar a cabo un programa secreto que desarrolla unos implantes cerebrales indetectables que te hacen votar demócrata si vas a votar republicano. Un indeciso, que no sabe a quién votar, es una de las personas a las que se les instala secretamente el aparato. El día de la votación, al ir a coger su voto, decide votar demócrata. Esta decisión es libre, sin embargo no habría podido elegir otra opción por la acción del dispositivo alojado en su cerebro.
Pero si el libre albedrío no es “haber podido hacer las cosas de otra manera”, ¿qué es? Aquí es donde el autor y el libro se pierden. El autor dice que el libre albedrío es cualquier acción que el individuo toma de manera personal, siguiendo sus criterios, ideas y valores, y sin coacción. ¿Cuál es el problema con esto? Que previamente él mismo nos ha dicho que todas nuestras ideas y valores no nos vienen de nosotros, sino de nuestros padres, nuestra experiencia, etc.
Y esto es lo que se llama determinismo, obviamente. Aun así el autor ignora este hecho, ya que intenta jugar a dos bandas aceptando toda la evidencia científica determinista mientras al mismo tiempo defiende el libre albedrío y niega la posibilidad de la existencia del alma, que podría escapar del determinismo material. El resultado, en mi opinión, es que no llega a ninguna parte: hasta por el camino mezcla el libre albedrío (libertad metafísica) con las dictaduras (libertad política). Esto no se nota al principio, pero una vez dejas reposar un poco el libro, te percatas de sus lagunas.
En conclusión, el libro tiene un formato ameno (por la infinidad de entrevistas, citas, anécdotas, etc. recopiladas por el autor) que tiene ideas interesantes sobre asuntos relacionados con el libre albedrío y que te hacen reflexionar sobre él y sobre tu vida, pero no resuelve ni de lejos el dilema ya que simplemente demuestra la existencia del libre albedrío, pero en la manera en que él lo define. Y por último, aunque esto es más deformación profesional incipiente que otra cosa, eché de menos un desarrollo de los desafíos que la física cuántica plantea al determinismo moderno, que en mi opinión son de suma importancia.
Fdo: Salomón Posca [Véase también Motivación Personal de la exploración de Química]
Pues más o menos parece que todo el rato te esta botando la cabeza con éste libro y al final no llegas a nada XD Besos
ResponderEliminarHe estado leyendo acerca de la filosofía griega, y me he topado con un pasaje curioso acerca de la filosofía estoica: "Toda ella se basa en la idea de que existe un cosmos donde se integran todos los seres y que está sometido a una ley de la naturaleza que rige tanto en la naturaleza física como en la humana. La función de la filosofía o el objetivo del sabio sería llegar a conocer esa ley con el fin de aceptarse a ella y reconocerla como inevitable. Aceptar voluntariamente lo que no puede ser de otra manera [...] es el objetivo del sabio".
ResponderEliminarPor tanto mi pregunta es, si postulamos un ser tal que este se propusiera y consiguiera desear estar sometido a todas las limitaciones de este mundo, tanto físicas como genéticas como políticas como de cualquier otra índole, de tal forma que si pudiese volar, no lo haría sin 'traicionarse a él mismo y a todo lo que quiere', entonces, ¿sería dicho ser plena, total y absolutamente libre?
Bueno, es otra de las cosas que comenta el autor, que realmente nunca se puede tener libertad/libre albedrío plena/o... Porque, en tu ejemplo, ¿de dónde le viene a ese ser la idea de desear estar sujeto a las limitaciones y etc.? No puede haber surgido de la nada. Aquí Baggini pone otro ejemplo particularmente bueno, a mi ver, en el que comenta que nosotros elegimos ser de izquierdas o de derechas por X motivos, pero que a nuestras hipóteticas almas que vienen a nosotros desde el cielo al nacer, si se les diera a elegir entre ser de izquierdas o de derechas, no sabrían elegir, puesto que no tienen ninguna base para hacerlo (influencia de padres, clase social, vivencias, etc.). Lo mismo le pasaría a nuestro hipotético ser.
EliminarDe modo que para el autor podemos tener libre albedrío, pero condicionado por las circunstancias, genética, etc. Es una cosa que se me olvidó comentar en la reseña. Como digo, las ideas que se siguen en el texto se vuelven un poco (por no decir bastante) caóticas, circulares y contradictorias...
P.D.: tu ejemplo de volar no es el más apropiado, ya que si puede volar entonces volar ya no es una limitación de este mundo para él, y podría hacerlo. Además la posición del autor sobre la influencia de genética, política, alcohol (como disminuidor de la voluntad) es que no eliminan sino que restringen, empujan si prefieres, nuestra libertad, pero no llegan a eliminarla.