"Pero creo que tengo, hoy, fuerza moral para pedir que en el futuro no se recurra a la inútil descalificación global, a la visceralidad o al ataque personal, porque creo que se perjudica el normal y estable funcionamiento de las instituciones democráticas. La crítica pública y profunda de los actos de gobierno es una necesidad por no decir una obligación en un sistema democrático de gobierno basado en la opinión pública. Pero el ataque irracionalmente sistemático, la permanente descalificación de las personas y de cualquier tipo de solución que trata de enfocar los problemas del país no son a mi juicio un arma legítima, porque precisamente pueden desorientar a la opinión pública en que se apoya el propio sistema democrático"
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