La poesía es un arma cargada de futuro, dijo una vez Gabriel Celaya, y escribió sobre ello. Y es que, de eso trata la literatura, de escribir sobre lo que pensamos, sobre lo que nos gusta, sobre lo que nos apasiona, y también sobre lo que tememos. Sin embargo, la poesía tiene algo de extraño que hace que todo lo que se diga con las pausas adecuadas y las rimas correctas tenga más valor, más belleza, mejor cuerpo; en definitiva, mejor aroma.
Evtushenko tenía cinco cualidades para el buen poeta, decía: las cualidades para ser un auténtico poeta son, probablemente:
Primera: tienes que tener conciencia, aunque esto no basta para ser poeta.
Segunda: tienes que ser inteligente, aunque esto no basta para ser poeta.
Tercera: tienes que ser audaz, aunque esto no basta para ser poeta.
Cuarta: tienes que amar no sólo tus versos sino también los de los demás y, sin embargo, tampoco esto basta para ser poeta.
Quinta: tienes que escribir buenos versos, pero si no tienes las anteriores cualidades, tampoco esto bastará para ser un buen poeta, pues "no hay poeta al margen del pueblo como no hay hijo sin la sombra de su padre".
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