Plan Z: La retórica de los vendedores y limosneros en el transporte público de Bogotá.

Analizando numerosas historias del transporte público de Bogotá que de ser verdad serían desgarradoras, unos investigadores han concluido que “en medio de la creatividad y originalidad de las historias, existen formas estandarizadas de organización discursiva”.

Han analizado estas historias desde una perspectiva clásica. Según Aristóteles, la retórica consta de cuatro dimensiones principales: contenido, organización, estilo y declamación. De estos cuatro aspectos, el estudio analiza los dos primeros, contenido y organización, concluyendo que en los discursos estudiados se dan algunas estructuras de la retórica griega, notablemente la organización del texto en introducción, narración y epílogo.

Respecto al contenido, encontramos diversos temas recurrentes, como son el desplazamiento por violencia, las necesidades básicas, la adicción a las drogas, la rehabilitación en curso o la falta de empleo.

También encontramos oraciones que enmarcan al mendicante dentro de un fenómeno general, mayor que él mismo, como “soy una de esas personas desplazadas por la violencia”, o “la situación está tan dura”.

Igualmente, se proporciona evidencia de la miseria que el orador sufre: “unas pelotas así (muestra el tamaño con la mano entreabierta) así hermanos, que me tienen con sufrimiento”, o “Bueno, la situación está tan dura, tan dura que ya se me salió el dedo gordo del pie (muestra su zapato roto), ya se me salió el dedo, se me rompió ya el zapato”.

Asimismo, encontramos cierta pretensión de razonar la obligación del público a ayudar, utilizando principalmente el argumentum ad misericordiam (falacia). Además, en ocasiones hacen hincapié en cómo el dinero que se entrega va a hacer un bien real, por ejemplo mediante frases como “simplemente quiero vacunarlos contra la droga”.

En cuanto a la organización del texto, la estructura más frecuente es introducción, narración y epílogo. En primer lugar, el mendicante saluda como muestra de cortesía y pide disculpas a los pasajeros por incomodarles.

En la narración el orador se presenta como el protagonista necesitado de una historia trágica. Su oponente es algo o alguien con el que los pasajeros no se pueden identificar, como las circunstancias económicas, “los que no dan trabajo”, el destino o actores armados (más comunes en Colombia).

Para aportar verosimilitud al texto, el orador intenta justificar la veracidad de su historia mediante la nominalización certificada, esto es, nombrar lugares, personas o situaciones conocidas, así como guarismos, para hacer su historia más próxima y más plausible.

La historia se cuenta siempre para convencer al transeúnte de ayudar, y para ello se intensifica lo trágico de la situación, asumiendo el orador una posición deóntica velada (enlace explicativo), de tal forma que se sugiere que la tragedia implica una obligación moral de dar.

Por último, en el epílogo se repite, en especial en el caso de los vendedores, las proposiciones, y se dan agradecimientos y bendiciones, apelando los pordioseros a la religiosidad con fórmulas como “Dios los bendiga y Dios les pague” y que se pueden condicionar a la ayuda. Finalmente, destaca la nota de urbanidad, como por ejemplo “la persona que la desee llevar, no arrojar los papelitos al vehículo”, que posiciona al orador como ciudadano digno.

4 comentarios:

  1. No comprendo muy bien qué es lo que sucede últimamente en el transporte público de Bogotá, estoy bastante desactualizada de noticias.
    Solo te puedo decir, que en Colombia el Dios los bendiga y Dios es lo pague es utilizado en todo lo que te quieras imaginar. Incluso cuando agradecemos una comida en casa.

    Te agradecería que me dijeras donde puedo encontrar la noticia

    Saludos. :)

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    1. No es exactamente una noticia, es un estudio de la Universidad de Murcia: http://revistas.um.es/ril/article/view/248051/188811

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